La sepiolita es un mineral arcilloso suave y blanco, que constituye un silicato hidratado de magnesio. Su apodo en el mercado es espuma de mar, debido a su singular propiedad de flotar en el agua. El alemán Abraham G. Werner lo mencionó y popularizó el término “Meerschaum” en 1788.
El nombre actual del mineral proviene de la palabra “sepia”, en referencia a la similitud de su aspecto con los huesos de los cefalópodos. Este nombre fue atribuido por el químico alemán E. F. Glocker en 1847.
En turco, se le llama lületaşı, donde “lüle” proviene del persa y significa “boquilla para fumar”, mientras que “taş” significa piedra.
Las piezas de sepiolita encontradas en excavaciones arqueológicas realizadas por Manfred Korfmann en Demircihöyük demuestran que este mineral se utilizaba hace 5000 años en la provincia de Eskişehir.
En Turquía, la sepiolita solo se encuentra en la provincia de Eskişehir. Se extrae mediante pozos que pueden tener profundidades de hasta 380 metros, aunque originalmente eran de 5 a 150 metros. La sepiolita es extremadamente ligera y sólida, pero se vuelve suave en el agua y es fácil de tallar, similar a la textura de un jabón. Esta propiedad la ha convertido en un componente esencial para los artesanos de la región.
Es comúnmente utilizada para la creación de pipas de fumar, ya que aparte de permitir la creación de formas artísticas, es capaz de absorber hasta un 60% de la nicotina. Por lo tanto, una pipa hecha de sepiolita, inicialmente blanca, con el tiempo adquiere tonos diversos, desde colores de tabaco hasta tonos marrones y negros.
En el mercado, también se pueden encontrar otros objetos hechos de “espuma de mar” como souvenirs. El epicentro de esta artesanía peculiar es Atlıhan en la ciudad de Eskişehir, ubicado en la misma calle que el museo de Lületaşı.
Leyenda
Había una vez un pastor que estaba guiando a su rebaño en el campo, siguiendo a los animales y atendiendo sus labores de ganadero. En un momento dado, su atención se vio atraída por algo inusual: un topo emergía de la tierra y arrojaba pequeñas piedras blancas al aire. Intrigado por este extraño comportamiento, el pastor decidió recoger una de las piedras y comenzó a tallarla con su cuchillo.
Para su sorpresa, mientras tallaba la piedra, esta comenzó a transformarse ante sus ojos. De repente, la piedra tomó forma y se convirtió en una hermosa hada. La hada, con voz suave, le reprochó al pastor por causarle daño mientras tallaba la piedra que era su hogar. Luego de expresar sus palabras, la hada se deslizó de vuelta a la madriguera del topo y desapareció en su interior.
El pastor quedó asombrado y, a la vez, cautivado por la aparición de la hada. Se sintió profundamente enamorado de ella y, lleno de esperanza y emoción, decidió comenzar a excavar la tierra en el lugar donde había visto al topo. Su objetivo era encontrar a la hermosa chica que se había transformado en el hada y que había cautivado su corazón.
Sin embargo, las semanas de arduo trabajo excavando la tierra comenzaron a pasar factura al pastor. El cansancio y el agotamiento lo debilitaron, pero su determinación no flaqueó. Siguió cavando, motivado por su deseo de encontrar a la misteriosa hada.
Finalmente, el pastor sucumbió al cansancio y la fatiga en el lugar donde había estado cavando. Su cuerpo quedó allí, descansando en la tierra que había excavado con tanto fervor y esperanza. Poco después, los habitantes del pueblo se dieron cuenta de que el pastor no había regresado y comenzaron a preocuparse por su ausencia. Comenzaron a buscarlo por el campo y, finalmente, llegaron al lugar donde había estado cavando.
Fue entonces cuando descubrieron el asombroso secreto que el pastor había estado persiguiendo. En el lugar donde había estado cavando, encontraron una fuente natural de una arcilla blanca y suave que flotaba en el agua, como si fuera espuma de mar. Esta arcilla era la sepiolita, el mismo mineral conocido como “espuma de mar” que se utilizaba para esculpir hermosas obras de arte y pipas de fumar.
Así, la historia del pastor y su búsqueda de la misteriosa hada llevó al descubrimiento del primer pozo de sepiolita en Eskişehir, un hallazgo que se convertiría en parte integral de la rica tradición artesanal de la región.